jueves, 28 de febrero de 2013

PARA SERGIO

Tenía 12 años y jugaba al fútbol como seguro lo hacen los ángeles en el cielo. De repente, ese verano sonó un teléfono... Y ahí, con un grito de angustia, empezó una nueva historia. El niño, con todas las fuerzas y las ganas de vivir, dijo: "Mamá, no te preocupes que esto va a salir bien". Y el chavalillo puntero, que se colaba entre los más colosales para alcanzar la meta, ingresó en la planta cuarta del Hospital Virgen del Camino de Pamplona. Ahí comenzó un periplo que sólo los GRANDES con mayúsculas lo afrontan como él supo hacerlo.
Escribí estos versos el día en que tuve la certeza de que estaba curado.


Tan poquita cosa
y tan grande a la vez,
11 años han bastado
para aprender a vencer.

Con tu mejor aliado,
un gol en cada partido
has ido ganando al cáncer
como delantero aguerrido.

Yo te he visto luchar sangre,
pelear hasta caer rendido
y volver a levantarte
como pichichi del equipo.

Una lección de vida,
eso es lo que nos has regalado
y ver que en las cosas pequeñas
está la fuerza de lo más alto.

Sigue jugando al fútbol,
amándolo en cada poro tuyo,
porque ya sabes que no te va a fallar
cuando tengas que necesitarlo.

A mi sobrino Sergio, con todo mi amor. El niño con la sonrisa más bonita del mundo.
Fotografía: Sergio es el que corre con el balón.