miércoles, 30 de marzo de 2016

UN ATARDECER EN PARÍS

 
Fue un atardecer en París.
Desde la cumbre de Montmartre
los candiles de las buhardillas
narraban leyendas de amantes.
La vida bohemia del can-can...

en Moulin Rouge
encendió mi retrato
de la Place du Tertre
mientras soñábamos
con los pintores.
Flotamos entre los nenúfares
del Jardin de Luxemburg
junto al teatro de guiñol
y un tiovivo.
Las notas perdidas
de la Vie en Rose
recorrían la terraza
del Café de la Paix,
abullonado de artistas,
escritores, músicos...
Le Quartier Latin
recogía a los estudiantes
de aquel Mayo del 68
concentrado de cines de arte
y ensayo, pequeñas salas
de música en vivo
y librerías.
Y como una serpiente, el Sena
bajo los pintorescos bateaux
y nosotros, sobre le Pont Neuf,
el puente más antiguo de París,
peleamos por saber quien reconocía
la Tour Eiffel, el Museo del Louvre,
la Dèfense o Notre Dame
mientras las cenizas
de Juana de Arco
se perdían en el río.
Les boulevardes guardaban
el espíritu de ocio y frivolidad.
Teatros de bulevar
un atardecer en París.