martes, 10 de febrero de 2015

NÁCAR



 
Rosario de perlas preciosas
¿cómo apareciste en mi vida?
una flecha se clavó gloriosa
y me impulsó hacia esa dicha.
 
Sonrisa del mediodía,
alma pura de nácar,
mano aferrada a la mía,
mi color en la mañana.
 
 Tú me hiciste un regalo,
me diste la vida misma
y yo te estaba esperando
con el alma encogida.
 
Mi Anica, dulce flor de cristal
que inunda cada momento,
que llena cada costal,
que alza la savia entera
con instantes de verdad.
 
Mi niña, mi sueño de caramelo,
mi dócil animalillo de paz,
la fantasía de mis tesoros,
mi anhelo que sabe a sal.
 
 
Quiero dedicar este poema especialmente para Ana Fernández, mi Anica, que desde el primer día me recibió con los brazos abiertos y se entregó por entero. Su corazón es limpio y puro y me demostró un cariño sin reservas. Anica, yo soy tu Pipi y lo seguiré siendo porque esa entrega incondicional merece una respuesta a la altura. Gracias por estar siempre ahí, por alegrarme los días y darme ese calor que recibo con anhelo. Tus dedicatorias son un bálsamo para mí y tu ingenuidad, un presente adorable. GRACIAS POR SER TÚ. Creo que somos almas gemelas... Un beso, con amor...