jueves, 4 de junio de 2015

LUNA LLENA



Aúllan los lobos en la lejanía.
Claridad toda por brillos de luna
que amansa a las fieras
y atrae corazones de blanca cuna.

Me pierdo entre bosques sin rumbo,
entre estelas confusas,
entre campos olvidados,
¿cómo tocar las estrellas desnudas?

El camino no me guía,
se bifurca en mil pedazos
y siento, desvalida,
que ninguno es el acertado.

De repente una luz tenue
va respirando más fuerte.
Me llama..., corro,
me grita..., busco
hasta dar con ella
y palpar el brillo incandescente
que me convierta en princesa.

Todo torna rosáceo,
el arcoíris expande su intensidad.
Quiero volar hacia ese infinito,
hacia esa morada de paz.

Las puertas se abren
y un nuevo mundo me ciega,
oro de vida, alma de verdad.
Llegó el final de la noche fría,
coroné la cima donde voy a soñar.
 
 
 
La luna llena siempre me trae a la memoria recuerdos lúgubres, me acerca al lado oscuro y al aspecto invisible de la naturaleza. Es el ojo de la noche, el que ve todo lo que sucede en una etapa del día considerada prohibida. También la asocio con la fantasía y la imaginación por su misterio y representación dentro de las tinieblas.