domingo, 2 de junio de 2013

A INÉS

Mi sobrinita Inés es la alegría de la casa. Cuando redacté este poema apenas tenía tres añitos y ya revolvía todo lo que tocaban sus manos. Ahora va camino de los seis y sigue siendo un trastillo, pero cariñosa y entregada hasta lo máximo. Me recuerda mucho a mí cuando era chiquitita y mi madre dice que somos iguales. El orgullo casi no me deja respirar cuando escucho esas palabras. Como Ariel, ella también es mi vida, la vida que he visto nacer e ir poquito a poco creciendo y descubriendo cada nueva osadía. Cuando estoy con "mi chiquilla" soy una más y siempre terminan por echarnos el alto, tanto es lo que me contagia y lo que yo me dejo influir con todas las ganas del mundo.




Mi niña de bucles dorados
¿de qué cuento te escapaste esta vez?
Te oí llegar en silencio
como los animales al anochecer
pero el sigilo duró poco,
te dejaste llevar de él
y te convertiste en nuestra princesa,
la que nos da la vida cada vez.

Dulce muñeca de cabellos de oro,
de oscuros luceros y divertidos ademanes,
mujercita que con sólo mirarnos
quitas el dolor de nuestros males.

Eternos siento tus abrazos y tus besos,
 orgullosa escucho de tus labios "bonita",
tus gestos son soplo de fresco aire,
¡me desborda tu alegría!

Belleza que rebosa en cada instante,
 historias que hacen reír al corazón, 
 relatos que suenan de tu boca
dignos del mejor actor.