lunes, 24 de febrero de 2014

VELADA



Sangre de tu sangre
escarlata que daría la
vida por ti. Incondicional amor
que rebasa lo más perpetuo
de la eternidad.
Carne anclada en
tu sueño y en tu vida
que nunca dejarás escapar.

Pequeños seres que engrandecen
el atardecer de la existencia,
que convierten esa luz que se apaga
en una enorme claridad
que conquista la senectud
de la velada.

Amores profundos, sin mancha,
que llenan todo lo que tocan,
que dan, que reciben, que no
buscan nada, sólo sentir
entre ti un pedacito de tu ser,
una pequeña y pura expresión
de lo que siempre quisieron tener.




A mi abuelo Sátur, por todo lo que de amor vive en él y lo guarda sólo para mí; y a mis padres, por la felicidad con que llenan sus vida a Ariel e Inés.
Los abuelos son nuestra estrella, pero la que más brilla. Hoy quiero recordar con enorme cariño a mi abuelita Patro, a Josefina y a Jesús. ¡Cuánto os echo de menos! Pero cuando miro al cielo en la noche veo esas tres estrellitas que resaltan sobre las demás y sé que, desde mi firmamento, me cuidan como cuando era pequeñita. Os adoro y estoy orgullosísima de haber tenido unos abuelos tan buenos, tan entregados, sin pedir nada a cambio, sólo darnos y darse por entero en toda la grandeza de su ser.