lunes, 16 de marzo de 2015

RUBOR DE ATARDECER



Horizonte en llamas
que maquilla su mundo
con pigmentos de colores.
Delicados rayos visten de tornasol
retazos entregados de fogosos amantes.
 
Acantilados cortados con filo de cuchillo,
mieses que alcanzan la rompiente del mar,
vigorosos prados miran al cielo
y vislumbran el remate de su tierra al tallar.
 
Ganado con pintas relucientes,
blanca leche mientras ven el tiempo pasar,
viejo arrecife de vivos maíces,
elegido enclave donde pastar.
 
Línea de fuego,
dulce bruma que enturbia mi mirar,
cálida tierra de juegos en rojos,
mi dulce deseo al caminar.
 
Rocas tocadas por verde musgo,
encogido corazón al sentir la tierra vibrar,
espuma salvaje, brillante arena,
bravos colores en contraste con el mar.
 
 
 
 
Langre en Ribamontán al Mar. Rozando la bahía de Santander nos encontramos con una vida nueva para nosotros. Un paisaje indómito se adentra en nuestro ser sin poderlo remediar. Verdes prados, maizales entre los que nos adentramos por su sorprendente altura, vacas pastando a la luz del día entre casonas montañesas; y toda esta belleza rompe en agrestes acantilados donde la erosión del tiempo da forma a tan tallada piedra por el mar que azota cada instante de esta tierra. Formas de vida que rememoran tiempos pasados...
Me siento muy feliz al poder contaros que es en este maravilloso lugar donde se va desarrollando mi novela "La luz del faro". El hechizo que me invadió cuando me vi inmersa en él me inspiró una historia que no podía estar ubicada en otro lugar que no fuera este paraíso.
Tengo millones de fotografías que os impactarían... Algún día os haré un pequeño adelanto del lugar. De momento, he elegido dos que completan una ejemplo para que podáis ir descubriendo una ligera idea.