Aún existen instantes
en los que sueño contigo
y siento que la quimera
todavía se torna posible.
Retumba de pronto
el fulgor del despertar,
la bujía que me electriza,
la llama ardorosa,
el fogoso segundo
en que nos entregamos
para siempre.
La noche clama al cielo
y en esa luna rosa
nos miramos a los ojos,
en el único lugar
donde me siento viva.
Que el tiempo no se detenga,
que cada día sea el último
de mi vida a tu lado.
Que me hospede en tu pecho
y more toda la eternidad.