lunes, 15 de abril de 2013

ARIEL ME DIO UNA CONCHA

 
 
Cuando te vi, jugabas con ella,
no sé de dónde la habías cogido,
sólo supe que era algo
que lo quería conmigo.
 
Rosada en los bordes
hoy la he encontrado en mi bolsillo,
bendita concha que me has recordado
a mi niño más querido.
 
 
Ariel es el hijo de mi hermano y mi ahijado. Desde que nació, llegó a mí un amor que desconocía, una ternura que era más grande que todo lo que había podido alcanzar a soñar, una bendición del cielo. Y cada día que pasa, y que lo voy viendo vivir, crecer, reír, llorar,..., siento que lo amo con toda la fuerza de mi corazón. Y así será siempre.

jueves, 11 de abril de 2013

LOBOS DE MAR

Santoña, en Cantabria, es mi segunda patria desde que mis padres compraron el piso de veraneo el año en que yo nací. Tierra de bondad, playas infinitas de arena blanca, acantilados encrespados en las más inhóspitas cumbres, verdes prados, paisajes grabados en el corazón que me recuerdan las vacaciones que viví y que siempre estarán por venir. Cuna de marineros, de pescadores de raza, que viven de la mar desde que nacen hasta que se les acaba la vida.
 
 

 
Aguerridos titanes
que tienen que sortear
las mareas más bravas
y los juegos de la mar.
 
Valientes como leones,
rudas las manos de luchar,
tez tostada por el viento,
viejos lobos de mar.
 
Han nacido marineros
y marineros morirán
porque no saben vivir de otra forma
que no sea de la mar.
 
Y en esas noches estrelladas
donde la calma parece hablar
añoran Santoña en la distancia
y sueñan con volver allá.
 
Pero una vez en tierra no se hallan,
les faltan las olas y la sal,
y salen de nuevo a su patria,
a pelear con la mar.
 
 
 
 
Dedicada a los marineros de Santoña y de todos los pueblecitos costeros.
Fotografía arriba: Llegada de los pesqueros a puerto. Mi abuelo Sátur entre ellos.
 

viernes, 5 de abril de 2013

A MI MADRE

 
 
Dentro de ti fue germinando
la esencia de mi ser,
el cordón que nos unía
nunca se ha de romper.
 
Derramaste sangre por darme la vida
hasta que me tuviste en tu regazo,
lloraste al verme tan pequeñita,
un trocito de tus abrazos.
 
Mita, como siempre te he llamado,
la que nunca descansa cuando estoy malita,
la de la dicha cuando me invade la felicidad,
la que vive conmigo en la distancia,
la que nunca me ha de abandonar.
 
¿Por qué hay alguien tan eterno
que traspasa las fronteras,
que derrumba los pilares del cielo,
que cargaría con las más grandes piedras?
 
Gracias mamá
porque vuelvo a ser la niña,
el pedacito de tu ser,
la que arrullas cada noche
para seguir viéndome crecer.
 
 
Quiero dedicar este poema a todas las madres, especialmente a mis amigas que están viviendo esta maravillosa experiencia.
Mamá, te quiero como sólo se puede querer a una madre.
Fotografía: Mi mami, Alicia, conmigo en brazos. Año 1976.