Soy fruto de vuestro ser,
semilla que germinó al nacer,
luz dorada de la aurora,
dichoso sueño de mi querer.
Me acurruco en el regazo,
vuelvo a ser niña otra vez,
la placidez y la ternura
llenan de vida mi bien.
Amor entregado con calma,
amor que nunca he de perder,
lo que Dios quiso para mis días
ellos me lo han de guarecer.
¡Ay mis padres de raza!
¡Ay mi ejemplo, mi enorgullecer!
Siempre existiré a vuestro lado,
seguiréis viéndome crecer.
¡Ay mis padres del alma!
¡Ay mi tierra en la sien!
Me adormeceré en vuestros brazos,
velaréis mi sueño también.
En la vida hay momentos buenos y otros que no lo son tanto. La suerte de poder sentir ese calor de entrega incondicional, esa especial manera de amar, ese cariño y protección que envuelve mi ser, es el mayor regalo que se puede soñar. Ellos me dieron la vida, que es lo más hermoso que tenemos, y me enseñaron a afrontarla con fuerza y tesón. Pero su compañía y su sentir es algo tan bello que nunca podré vivir sin palparlo en toda su plenitud. Mamá, papá, os quiero más que a nada en el mundo. Siempre me tendréis a vuestro lado. Gracias....